CONOCE MI HISTORIA.
El camino de Anjanukiii  yoga & montañas

Mi historia se remonta mucho tiempo atrás, cuando yo aún no era consciente de los giros que mi vida daría. 

Allá por el 2005 fue cuando un ser muy querido para mí, el cual me acompaña desde el cielo, decidió rebautizarme como Anjanuki. Mi nombre es Ana María, pero desde pequeña mi familia solía llamarme "Anuki". Mi tía, durante un proceso duro de salud que le hizo mudarse a tierras cántabras, descubrió la mitología que esas tierras albergaban y decidió que yo era como una pequeña Anjana, una pequeña hada que habita los bosques. Así fue como en esa fusión de mi nombre "Anuki" y el de esa hada que a ella le suscitaba, decidió rebautizarme como ANJANUKI.

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"Mi querida Anjanuki,

 Hada buena, pequeña y bella... llena de gracia... imaginativa y soñadora. Con una gran sensibilidad  e inteligencia profunda. Con gran fuerza interior y energía positiva para solventar situaciones por muy complicadas que sean.

Así eres tú, mi niña... Mi querida Anuki... Tienes muchas cualidades, posees dones que quizás todavía no has descubierto... Que a lo largo de la vida apreciaran en tí.

Sé bondadosa y humilde, que la sonrisa siempre esté en tí. Te querrán por como eres... por ser así...

Mi querida Anjanuki, encontrar el amor y el cariño el que tanto necesitas para vivir. Cuando lo tengas agárrarlo fuerte, que no se marche de ti...

Amor de padres, hermanos... familia, amigos, amor a la vida, naturaleza, árboles... cielo... mar. Situaciones, momentos... Todo lo que te haga feliz... Son la fuerza que todos necesitamos para poder vivir (....)"

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Ella fue un ser de luz y a ella le dedico mi caminar con fuerza y valentía, porque ella era amor y amor es lo que hay dentro de cada uno de nosotros para compartir. 

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Por qué tres iii y esa numerología, algunos se preguntarán...

Sencillamente por eso mismo: cuestiones numerológicas.

 Siempre he sido una persona con muchas inquietudes...

Tras todos mis estudios obligatorios decidí formarme en la universidad como maestra de primaria. Algo que desde niña siempre me gustó hacer fue acompañar y cuidar a los demás, así que pensé que desde la escuela podría realizar esa vocación. Sin embargo, ni mis estudios ni la experiencia docente que iba teniendo terminaba de encajar en mi ser. Es por ello que seguí formándome: postgrado en terapias expresivas y arteterapia transdisciplinar, danza contemporánea, monitora de granja escuela, yoga niños y adolescentes, educación viva y activa, waldorf, ABP, yoga adultos, numerología y td1 en senderismo.

Entras en esa rueda de formarte y formarte... hasta que una día decides que ya es hora de lanzarse con valentía. Eso representa las tres iii (999). 

Y el 2, el 6 y el 8 son trabajos personales que debo hacer presentes. ;-) pero eso ya te lo contaré si tú también tienes curiosidad por esas cuestiones. 

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Por qué yoga & naturaleza

Fueron mis herramientas. Supongo que cada cuál tendrá las suyas propias. Yo tras mucho buscar y muchas experiencias... me quedo con el yoga y la naturaleza (aunque la danza y el movimiento siguen estando en mí muy presentes y son herramientas que sigo alimentando y utilizo). 

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El yoga porque va mucho más allá de la práctica de asanas, permitiéndome parar y reencontrarme siempre que lo necesito. Ha sido  y es una herramienta fundamental que me ha permitido sanar muchas heridas, así como mejorar la auto-gestión de muchas conductas  y encontrar la valentía para estar hoy dando forma a este proyecto que nace desde lo que soy. 

LUZ, SABIDURIA Y AMOR. (todos lo somos).

Es una herramienta que no sólo me ha transformado a mí sino que también transforma muy positivamente en aquellos grupos donde he impartido e imparto docencia compartiendo estas herramientas. 

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La naturaleza porque  siempre fue mi refugio. Desde niña me gustaba subirme a los árboles. Encontraba en la naturaleza un lugar para conversar y ser escuchada. Con el tiempo fueron creciendo mis inquietudes, llegó el senderismo, la escalada, los barrancos, las montañas y el alpinismo... Las experiencias cada vez eran más intensas y exigentes, pero la sensación siempre era la misma: Hallarme en casa, protegida y embriagada de la belleza que me rodeaba. Sentirme en conexión, sentir mi hogar.  Creo firmemente en la pedagogía verde y creo que es responsabilidad de los adultos devolver ese vinculo "perdido" a los más pequeños.

 Quizás mi tía tenía razón y en otra vida fui una Anjana... ¿Quién sabe?